viernes, septiembre 08, 2006

Las mujeres del frente (o estrategias de cazuela y metraca)

Y corría 1986 a puro fuego de protesta, a puro saldo de muertes impunes y atropellos militares que amenazaban no parar, que pronosticaban nuevos apaleos y torturas, y víctimas desangradas en las calles tensas de la repre. Y en ese escenario, muchos se jugaban la vida «moviendo fierros», contrabandeando metracas, planificando un reventón que le volara el bigote al tirano. Era la única forma urgente de sacarse la pesadilla, pensaban los comandantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y también algunos actuales políticos socialistas que entonces apoyaban el asalto para callado. Era una forma de remecer a Pinocho, tan tranquilo, tan plácido tomando el sol en su casa de reposo.

Fue una idea que creció en la clandestinidad, y fue tomando forma en la difícil organización de una guerrilla urbana, porque era tan peludo organizar un atentado en una ciudad tan copuchenta, una ciudad donde todo el mundo se conoce y encontrar casa de seguridad era infinitamente arriesgado y peligroso. Pero igual el Frente Patriótico se fue moviendo primero entre amigos, entre compañeros y conocidos que se atrevían tímidamente a prestar su casa para una secreta reunión. Así se fue armando la red de muchos simpatizantes que «hacían puntos» en las esquinas, que llevaban mensajes aprendidos de memoria, que transportaban armas en coches de guaguas, en cómicas jorobas, en falsos embarazos de mujeres ayudistas que burlaban el sapeo de quiosqueros y taxistas, muchos de ellos informantes de la CNI.

Era complejo tener esa doble vida de neurosis y sobresaltos al amanecer, porque un auto sospechoso se había estacionado frente a tu casa. Y por suerte en el Frente había mujeres que participaban de esa subversión. Desde liceanas que cargaban incómodas mochilas, profesoras que algo escondían en sus escritorios, dueñas de casa que guardaban balas entre las cebollas, y abuelitas que pasaban piola los controles policiales llevando sus pesadas bolsas. ¿Y qué lleva ahí, señora? Y qué va a ser pos, mi cabo, puro pan duro para una sopa que mate el hambre.

Tal vez de esta manera fue posible el atentado, usando las miles de estrategias de mujeres que permearon el blindaje de la seguridad. Quizás códigos domésticos que implementaron las chicas del Frente en aquella suicida ilusión. Acaso esta guerrilla femenina en Santiago no usó traje milico de camuflaje ni bototos como en la sierra, a cambio, y para despistar, vestían lanas pacifistas y bambulas hippies, pero también delantales de enfermera, hábitos de monja o abrigos de pieles para confundirse con viejas cuicas. Y es posible que lograran pasar documentos y mapas en carpetas de Cema-Chile, teñidas de rubio, hablando con acento «si pos, ñato», o haciéndose las putas en una esquina lunfarda cuando se subían a un auto para circular la información. Todos estos secretos corrían en silencio por la boca chueca de las mujeres frentistas o sólo colaboradoras de aquel riesgo. Fueron las valientes viejas que se jugaron el pellejo en esa aventura. Algunas hacían mandas a la Virgen de Pompeya, de Lourdes, de Fátima, de Andacollo, para que todo saliera bien, o prendían velas y más velas encomendándose a alguna animita milagrosa para que las acompañara en sus caminatas con la punto 30 desarmada en la cartera. Y si había alguna duda, algún presagio de tormenta, se reunían con la bruja del Frente, una hermosa gorda de ojos claros que consultaba en las premoniciones del tarot los éxitos y fracasos de esa arriesgada empresa.

Los hombres del Frente siempre estuvieron fuera de estas femeninas complicidades, ellos sólo confiaban en la matemática fría de la estrategia pensante. Tal vez por eso no entendieron la carta de tarot que sacó la bruja guerrillera cuando preguntaron sobre el atentado. La carta era la torre, que ella leyó como el logro de un ambicioso provecto, pero si no se cuidaban los detalles podía derrumbarse. Ante esta incertidumbre, la bruja del Frente consultó el I Ching, y el sabio libro de los cambios contestó la pregunta con el hexagrama donde el zorro cruza el río, pero se moja la cola. En fin, en la memoria política del siglo que nos dejó, hay diversas estrategias que contaminaron sus flujos combativos, permitiendo otras formas de rebelión, otras sobrevivencias del ingenio que tejieron las mujeres desde su anónimo lugar, donde el susurro de su intuición bordó en minúsculas las letras ignoradas de sus nombres.

2 Comments:

Blogger Margot said...

Hola!!!
No había venido desde que me persiguió la culpa, ¿te acuerdas?
Na, pero se acerca un fin de semana de los largos por acá y aunque tengo más cositas para leer por ahí en ratos de ocio... sieeeeeempre voy a preferir a Lemebel jejeje
By the way, si quieres, te coopero con el homenaje haciendo una plantilla para el blog más ad hoc al personaje. Avísame, ¿sí?

12:26 p. m.  
Blogger Matías said...

Me encanta la idea de hacer una plantilla más linda, esta es muy solemne... Si quieres, escribeme al mail y lo charlamos. Saludos.

2:09 p. m.  

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